Técnicas utilizadas en el muralismo mexicano


Técnicas

En el muralismo mexicano confluyen diversas técnicas pictóricas, a menudo compartidas entre distintos pintores y ejecutantes. Inicialmente la más utilizada fue la pintura al fresco: pigmentos de origen mineral mezclados con agua, aplicados sobre paredes recién revestidas con yeso.

El fresco es una técnica pictórica que consiste en pintar sobre una capa húmeda de cal con pigmentos minerales disueltos en agua. El proceso de secado de la cal hace que los pigmentos se aglutinen y se fijen, aumentando su durabilidad. Esta técnica requiere de velocidad en la ejecución, pues compite contra el tiempo de secado, razón por la que no admite repintes. Así, quienes utilizan esta técnica son auténticos maestros del arte.

En la técnica de la encáustica, el material aglutinante es cera caliente mezclada con pigmentos. Se puede aplicar con un pincel o una espátula igualmente caliente. Luego de aplicarse, se pule con trapos de lino bien secos. Se ha utilizado desde tiempos antiguos, especialmente sobre tabla, aunque también en la pintura mural.

En un primer momento, los muralistas aplican elementos de las vanguardias occidentales, tales como el expresionismo (especialmente en Orozco), el futurismo (en Siqueiros) y el cubismo sintético (en Rivera), pero no por ello puede considerarse que las hayan imitado. Por el contrario, acabaron por apartarse de ellas.

Si las vanguardias se proponían alcanzar la total autonomía artística y disolver la importancia del contenido (a excepción del surrealismo), el muralismo mexicano no. En efecto, el muralismo volvía sobre el contenido, pero un contenido nuevo, con nuevas mitologías, relatos y propósitos, gracias a lo cual superaba la mirada eurocéntrica y se constituía como un movimiento realmente latinoamericano.

El proceso de conceptualización de estos contenidos generó formas plásticas únicas, gracias a la observación de la estética prehispánica e indígena.

El arte del muralismo, de este modo, rechaza la absolutización de la autonomía del arte y devuelve a este a su función social amplia, esencialmente educativa y propagandística, al mejor estilo del arte sacro medieval.

Los muralistas también experimentaron con el uso del mosaico, losas prefabricadas, cal, cemento, arena, polvo de mármol. Pintores como David Alfaro Siqueiros experimentaron con pintura de esmalte y con el uso del aerógrafo.  

Orozco: La trinchera. Escuela Nacional Preparatoria. 1926.


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