Muralismo en México
El muralismo mexicano es de los movimientos de mayor fuerza en todo América Latina. Las obras más representativas de esta corriente son resultados de un pensamiento colectivo sobre la política y el nacionalismo además de rescatar los aspectos étnicos, mitológicos e históricos del país, iniciado en la década de 1920, como parte de las políticas de modernización del Estado de México tras la revolución de 1910.
La estética marxista presente en la filosofía de la pintura mural, tiene que ver más con las actividades artísticas que sólo con la ideología. Al observar algunos murales es bastante sencillo entender la postura ideológica en la que sus creadores basaban su creencia. Aunque en el momento auge del muralismo los tres grandes pintores compartían la misma ideología, con el tiempo esta fue cambiando: Orozco tomó estas ideas para la identidad de sus obras, Rivera siendo militante del Partido Comunista Mexicano se abrió de una postura radical a una más abierta; y Siqueiros militante del mismo partido, asumió estas ideas en la cosmovisión de sus obras.
Una de las líneas cambiantes dentro del muralismo es la colectividad laboral, ya que los murales eran de grandes magnitudes y por ello implicaba el trabajo de más personas en su realización, dejando detrás el concepto del individualismo abriéndole paso al de fuerza colectiva. Otra línea o ruptura es la separación de los trabajos artísticos como piezas de museo para pasar a los edificios y espacios públicos; lo que permitía que el espectador fuera más libre y lograra así una interpretación propia del mural.
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